Qué horrible....

Poco a poco tomó consciencia del lugar en el que se encontraba: sola, en una especia de jaula de cristal...no, no de cristal, de plástico transparente. No lograba ver con claridad qué había al otro lado. La luz se hizo bruscamente, y, de manera súbita, el techo se despegó de cuajo, dejando al descubierto un cielo extraño, blanco, con varios soles, y un objeto, enorme, descomunal, inconmensurable, que se acercaba. Venía a por ella, de algún modo lo sabía. Intentó moverse, pero no podía, estaba atrapada, pegada al suelo de su jaula, y se dio cuenta de que además, sangraba, pero su sangre era espesa, y había perdido el color, quedando amarillenta. Recordó sus años de medicina, y no pudo encontrar una explicación lógica a su estado, pero de todos modos daba igual, el monstruoso objeto ya estaba pegado a ella, cerniéndose sobre donde antes habría estado su cabeza, cerrándose sobre su cuerpo, levantándola en vilo.
Entonces vio aquellos dientes feroces, abriendose, salivando, relamiéndose de placer. Y justo, un instante antes de ser devorada, escuch´´o una voz que decía:
- Oye mamá, ¿puedo comerme la última?
- Claro que sí hijo, ¿qué mas da?

¡Que horrible debe ser reencarnarse en una napolitana de crema!


PD: Próximamente en el blog--->La incapacidad de la gente para correr un poco cuando el autobus abre sus puerta y les espera expresamente a ellos VS Los linchamientos justificados<---La epidemia de disfunciones locomotrices que asalta estos días a los rezagados usuarios del transporte público y su tratamiento más efectivo